La Roldana en el Día Internacional de la Mujer


LA ROLDANA Y SISANTE

El calendario va deshojando sus días y pronto llegaremos al 8 de marzo, el día internacional de la mujer. Hace más de cien años que comenzó a conmemorarse esta jornada con el fin de enaltecer y valorar la lucha de la mujer por su participación en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona en igualdad de condiciones respecto al hombre.

En este camino de progreso y de conquista de derechos por parte de la mujer han destacado nombres como el de Olimpia de Gouges, Mary Wollstonecraft, Flora Tristán, Rosa Luxemburgo, Simone de Beauvoir, o la española Clara Campoamor. Esta es la nómina que más difusión ha tenido en la historia del feminismo, pero es evidente que han existido otros nombres que con su ejemplo y vida profesional han demostrado que la mujer merece las mismas oportunidades que el hombre.

Encontrándonos en Sisante es oportuno y justo traer a colación la figura y la trayectoria de una mujer como Luisa Roldán (La Roldana), que destacó por su habilidad como escultora y se movió en un mundo que estaba reservado a los hombres. Pero precisamente por ser mujer ha pasado muchas veces desapercibida en los estudios de historia del arte tal y como reivindicaba Mª Ángeles Cabré en un artículo de El País[1] hace pocos meses.

De cualquier manera La Roldana, por azar, guarda una interesante relación con Sisante, pues sus manos dieron forma y “vida” a esa extraordinaria talla de Jesús Nazareno que se encuentra en el convento de las Clarisas, desde hace más de trescientos años, mostrándose como buen ejemplo de sus capacidades. Esas cualidades le llevaron a ser nombrada escultura de Cámara por Carlos II y reafirmada en el cargo por Felipe V. Fue precisamente Carlos II quien le encargó la realización del hoy conocido como “Nazareno de Sisante”, aunque el verdadero fin de la imagen era ser ofrecida como regalo al Papa Inocencio XI. Sin embargo, la muerte del Papa provocó que la escultura no fuese enviada a El Vaticano, ni tampoco a El Escorial, como dejó indicado Carlos II, sino que quedó sin retirar en el taller de la artista al morir el propio rey. Y allí permanecería la obra hasta que fue vendida por los hijos de La Roldana para ser instalada en el recién construido Convento de Sisante en 1711.

Pero a pesar de su trayectoria y dotes La Roldana es poco conocida en España y ha sido más valorada fuera de nuestras fronteras que dentro de ellas. De hecho sus creaciones están siendo muy cotizadas en el extranjero (alguna ha alcanzado los tres millones de euros) y podemos ver muchas de ellas en centros de arte tan destacados como el Metropolitan, la Hispanic Society of America, ambos en Nueva York, el Victoria and Albert de Londres o el Paul Getty de Los Ángeles.

Luisa Roldán debía muchas de sus dotes a las enseñanzas y el aprendizaje ofrecido por su padre, Pedro Roldán. Este fue uno de los principales representantes de la escultura barroca sevillana del siglo XVII y en su taller fue donde se formó y conoció a importantes artistas como Murillo o Valdés Leal. Trabajó la madera pero sobre todo el barro, materia más apropiada para la realización de pequeñas composiciones muy naturalistas y detalladas. Por el contrario, en las obras de mayor tamaño refleja un estilo muy próximo al de su padre, sobre todo en el tratamiento de las cabezas que resultan muy expresivas y dinámicas, tal y como podemos apreciar en el Nazareno de Sisante.


Afortunadamente, Luisa Roldán está dejando de ser una desconocida en España y nunca debe serlo en Sisante. Desde aquí debemos destacar la valía de esta artista sevillana y no olvidar que a pocos metros del Instituto tenemos una de las mejores piezas de imaginería barroca española de finales del siglo XVII. Y al margen de todo y como conclusión también debemos hacernos una pregunta ¿por qué muchas de aquellas mujeres que marcaron el devenir histórico o del arte casi no aparecen en los libros de historia o no están representadas en los museos? La respuesta está clara, hemos sido los hombres los que mayoritariamente hemos ejercido como historiadores, críticos, conservadores… Dejo aquí la reflexión.



[1] CABRÉ, M. A. (2017, abril, 7). El País. Recuperado de: Pinchar enlace 

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